CAPÍTULO 6: EL PERDÓN

El día 20 de septiembre del 2015, a las 5:45 a.m., mis hijas Lianna y Mónica, salieron de su casa como en muchas otras ocasiones a entrenar el deporte que les apasiona: el ciclismo. Ellas estaban entrenando fuertemente para el Tour Femenino de Ciclismo. Estaban muy entusiasmadas con este tour y entrenaban todos los días.

Por primera vez, les relato lo que me han contado sobre los detalles del accidente de mis hijas.

Ese día, iniciaron el recorrido en bicicleta desde Vía Israel, a la altura del antiguo Instituto Justo Arosemena. Mónica vivía en esta área cerca de la ciclovía recreativa y decidieron encontrarse en su casa para salir juntas aquel día. La ciclovía recreativa en el tramo de Vía Israel ya contaba con conos cuando ellas iniciaron su entrenamiento.

Unos cuantos kilómetros más adelante, por Nikos Café, Lianna sufrió una caída de la bici, ambas se detuvieron un momento. Mónica revisó la bici de su hermana y se percataron de que había un daño severo en los cambios y que si Lianna quería continuar, sólo podría usar los cambios más duros de su bici ese día (su plan era encontrarse con un grupo que iba hasta Puente Don Bosco). Un chico que pasó corriendo, también entrenando a esa hora, se paró a ayudar para reparar el daño pero todo fue en vano. Ambas decidieron que iban a seguir para no perder el día de entrenamiento y Lianna para no dejar de acompañar a su hermana le dijo que lo menos que podía pasar era que se quedaran en la ciclovía plana.

Iban pedaleando juntas y tranquilas, calentando una al lado de la otra. Mónica iba al lado cercano de la acera y Lianna iba a su lado en la vía. Hasta que llegaron a la Avenida Balboa justo al frente de la entrada a los estacionamientos del Hotel Miramar. En este momento, Lianna, escucha un fuerte ruido. Es el momento donde el auto impacta a mi niña Mónica y Lianna ve a su hermana volando por los aires.

El auto venía a una velocidad aproximada de 130 kilómetros por hora y lo más sorprendente fue que nunca llego a detenerse ni bajar la velocidad, el conductor se dio a la fuga. Tampoco nos explicamos cómo es que sólo impacta a Mónica, quien iba del lado de adentro de la calle, cerca a la acera. Lianna, me manifiesta que en ese momento, ella no sintió nisiquiera la brisa del auto y tampoco la tocó el retrovisor, absolutamente nada, como si no hubiese estado en el camino. Ella piensa que algo extraño pasó en ese momento, algo que salvó su vida. Dios es grande, fue un milagro que a Lianna no le haya pasado ni un rasguño.

Había un grupo de ciclistas reunidos en los estacionamientos del hotel Miramar quienes de inmediato se acercaron al área del suceso, atraídos por el estruendo. Dos de ellos intentaron brindar los primeros auxilios, sabiendo que el daño era grave. El servicio de ambulancia llegó y se llevaron a mis hijas al Hospital más cercano. Muchas gracias a todos por su solidaridad con mi hija Lianna en esos momentos de desesperación.

Gracias al gobierno que puso una recompensa para ubicar al responsable de esta tragedia que empañó la vida tan hermosa de mi hija menor de tan solo 22 años y causó un insuperable dolor a nuestra familia. Después de 7 días del accidente se logró dar con el paradero del responsable. Estuvo escondido en el interior del país, en el cielo raso de una residencia.

En este relato, nos reservamos el nombre de la persona que causó el accidente. Estamos seguros que este señor no salió de su casa pensando que iba a ser el responsable de un accidente donde perdería la vida una persona inocente, mi hija. Nadie sabe qué le pasó al señor conductor irresponsable, debido a que nunca divulgó ni supimos en qué estado estaba el día del accidente, no sabemos nada de lo que llevó a este señor a cometer este accidente que se convirtió en tragedia para nuestra familia.

En el mes de diciembre de 2016, se realizo el juicio para determinar la sentencia del responsable de esta tragedia lamentable. Agradecemos a la firma de abogados Turner y Turner, especialmente a la Licenciada Ileana Turner, quien se adueño y se entrego desde un inicio, a este largo proceso legal, aportando todas las pruebas, todos los detalles, toda la información necesaria para fundamentar el análisis de cada parte del caso, con el objetivo de que el juez contara con todos los argumentos del accidente bien fundamentados y con ello poder tomar la mejor decision para dictar la sentencia.

La noticia del accidente de mi hija salía todos los días en los medios, informando que no ubicaban al conductor irresponsable. En realidad en esos momentos, de profundo dolor no sentía ningún interés en conocer los detalles del accidente, ni sobre la captura del conductor.

En los momentos más críticos de dolor, Dios me daba su fortaleza y aprendí que hay 2 formas de ver todas las circunstancias que se presentan a lo largo de nuestras vidas y lo más lindo es que Dios nos da libre albedrío para tomar la decisión que nosotros queremos en ese momento, porque siempre hay oportunidades de cambiar para convertirnos en mejores personas. Las dos opciones son: aceptar la paz, el amor, la tranquilidad y la fortaleza de Dios y la segunda es aceptar el sufrimiento, el dolor, la tristeza, el miedo o el temor, esta opción te aleja del amor de Dios.

En mi caso, acepté la voluntad de Dios y sentí como me inundaba de paz, de amor, de fortaleza, ante la adversidad de haber perdido la presencia física de mi hija. Sin embargo, a medida que me llenaba de paz y amor también recibía bendiciones y atraía el amor de todas las personas que me rodeaban. En todos los lugares donde llegaba, las personas se acercaban a darme una palabra de aliento, a darme mucho ánimo y eso me hacía sentir mucho mejor.

Mis amigos y familiares, me preguntaban cómo me sentía acerca del señor que atropelló a mi hija. Algunas personas estaban indignadas con él por su irresponsabilidad e insensibilidad de nisiquiera dar la cara. En realidad, nunca pensé mal del señor. Al reflexionar un momento sobre esta situación, me di cuenta que en mi corazón, no siento resentimiento ni sentimientos negativos hacia el conductor irresponsable. Esto quiere decir que Yo lo había PERDONADO sinceramente.

El PERDÓN es una acción que sana nuestras heridas del alma, nos libera de todo sentimiento negativo. Perdonar y perdonarse a sí mismo, es una acción tan grande y tan importante que nos acerca al amor de Dios. Es una forma de vivir en paz, en armonía, con uno mismo y con todas las personas que nos rodean. El perdón es como un puente que une a las personas, a los esposos, a los amigos, a los familiares, a los compañeros de trabajo, a todo el mundo. Somos seres humanos, nos equivocamos, erramos y algunas veces les fallamos a las personas que mas amamos.

El perdón no es olvidarse del tema, de la situación o de la persona que nos hizo daño. Sabemos que hemos perdonado, cuando nos sentimos bien al recordar o hablar de aquella situación o persona que una vez nos hizo sentir mal.

Los invito a liberarse del resentimiento por su propio bienestar. Practiquen el perdón, si no están cerca de la persona o no se sienten cómodos para pedirle perdón o disculpas a alguien, lo pueden hacer mentalmente y de corazón. Les aseguro que se van a sentir tranquilos, llenos de paz y amor.

Gracias una vez más por leerme, ¡Que Dios los bendiga a todos! Nos vemos el 20 de julio.

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