CAPÍTULO 7: CONOCIENDO A MONICA
Hace 22 meses que estamos extrañando tu presencia física, mi querida Mónica. En todo este tiempo Dios nos ha dado la fortaleza para seguir adelante con nuestras vidas y para aceptar su voluntad.
Los bellos recuerdos de tus 22 años quedaron grabados en nuestro corazón y en nuestras mentes.
En este capítulo me gustaría compartir con ustedes algunos de estos recuerdos que estamos seguros que los que conocieron a Mónica, también los tienen presente.
Desde muy pequeña, Mónica tenía una personalidad extrovertida, disciplinada, responsable, amigable y muy cariñosa. Como les comenté en algún capítulo pasado, no le gustaba dejar nada para mañana, lo que tenía que hacer lo quería hacer enseguida.
Recuerdo que cuando la invitaban a un cumpleaños, ella quería ir a comprar el regalo de una vez. Era incapaz de llegar a un cumpleaños sin regalo, hasta que no compráramos el regalo ella no se quedaba tranquila, todos los días me lo recordaba, mama acuérdate del regalo de tal persona.
A Mónica le encantaban los zapatos. Recuerdo que cuando tenía como 4 años, fuimos a un almacén en Orlando y estábamos en el departamento de ropa de niñas. Al rato, después de unos minutos, escuche que anunciaban en el almacén: “Elsie, Mónica te espera en el vestidor de damas”. Tan pronto lo escuché, miré a mi alrededor y Monica no estaba, así que todos a la vez, nos dirigimos lo más rápido que pudimos al vestidor de damas. Tan pronto llegamos, para nuestro alivio, vimos a Monica que estaba sentadita y muy calladita en una silla con una señora esperándome. Ella estaba tranquila, se levanto con una sonrisa y me dijo, mama es que fui a ver unos zapatos que me gustaron y luego me perdí en la tienda y le pedí a la señora que te llamara. Gracias a Dios, Mónica desde chica fue muy chispa, nunca fue una niña tímida.
Era tan responsable, que en la escuela cuando le asignaban un trabajo en grupo, a ella le gustaba llevar todos los materiales para asegurarse que al momento de entregar el trabajo no faltara nada, para asegurar una buena nota. Cuando le asignaban un trabajo para entregar en un mes, ella lo quería hacer de una vez, no le gustaba tener nada pendiente para hacer. Su responsabilidad estaba por encima de todo.
Era muy disciplinada y puntual, en los entrenamientos de sus deportes favoritos, natación, triatlón y ciclismo. Ella realizaba los planes que le asignaban los entrenadores, al pie de la letra, no omitía ni un metro, ni un segundo, porque decía que si no los hacía completos, no le iba bien en la competencia. Después de cada competencia o de cada prueba, ella analizaba como podía mejorar la próxima vez, en cada una de las disciplinas.
Un día amaneció con gripe y así se fue a la escuela. Después de la escuela, todas las tardes el señor William, la buscaba en su taxi a la casa y la llevaba a la piscina a entrenar natación. Nosotros la pasábamos a buscar cuando salíamos de nuestro trabajo. Ese día, le dije que no fuera a nadar, por la gripe. Beto me fue a buscar al trabajo y nos fuimos a casa porque sabíamos que Monica no había ido a nadar y esa tarde estaba cayendo un diluvio. ¿Cuál fue nuestra sorpresa cuando llegamos a casa? Monica se había ido a entrenar a la piscina ese día! En ese momento, se me cayó el cielo encima, Dios mío, la natación era hasta las 5:00 p.m. y eran las 6:30 de la noche, ¿donde está mi hija debajo de este aguacero? De inmediato, Beto y yo nos fuimos a la escuela a buscar a Mónica. Cuando llegamos vimos a lo lejos el guardia de seguridad que estaba con un paraguas y a su lado, gracias a Dios, sentada en un murito de cemento estaba Mónica. Ella se había hecho amiga del guardia de seguridad y él la cuidó hasta que nosotros llegamos por ella.
Una de sus comidas favoritas era el saus. Un día Beto se llevó a Monica al Chorrillo a comer saus. Ella tenía como 6 años y ella misma le pidió saus a la señora de la fonda. La señora se extrañó de ver que una niña pidiera saus, así que le trajo su pedido. Mónica muy feliz agarró el saus con la mano y comenzó a saborearlo, le encantaba chupar la patita hasta dejar el hueso completamente limpio. La señora asombrada le dijo a Beto que nunca había visto a un niño comiendo saus con tanto gusto como lo había hecho Monica.
Su época favorita del año era Navidad, desde noviembre estaba pensando y planificando sobre cómo iba a decorar la casa. Estaba atenta a los nuevos arreglos y adornos que salían en las tiendas y me decía mamá, vamos a comprar esto y lo otro, mira qué lindo se verá en tal lugar de la casa. Para navidad, cada rincón de la casa, estaba adornado. Le encantaba cambiarle el color al arbolito cada 2 años, así que cada 2 años el gasto en adornos para el arbolito se duplicaba. Por otro lado, el tema de los regalos, ella creía que era Santa Claus. Le encantaba comprarle regalos a toda la familia, amigos y por supuesto a los niños de escasos recursos. Le encantaba comprar los regalos de acuerdo al gusto de cada persona, era muy especial para comprar regalos, no se fijaba en el precio, lo importante para ella era que el regalo le gustara a la persona porque le encantaba verle el rostro a la persona cuando abría el regalo.
Su empatía con todas las personas era enorme. Cuando alguien estaba triste o necesitaba ayuda, ella era la primera en acudir a dar apoyo moral. Hacía todo lo que tenía a su alcance para hacer que la persona se sintiera bien. Se ponía muy triste con los niños enfermos de cáncer o que sufrían de enfermedades fuertes, ella se les acercaba a conversarles y compartía tiempo con ellos.
A nivel espiritual, desde pequeña, le gustaba orar. Logró conectarse con Dios, conversaba con Él y se alegraba cuando le salían las cosas bien o cuando lograba algo. Siempre decía, mamá, gracias a Dios, todo salió bien, me fue bien en el examen o me fue bien en la competencia.
A medida que fue creciendo, se fue acercando cada vez más a la iglesia, hizo su catequesis de primera comunión, post comunión, su confirmación. Después de su confirmación, se integró al grupo de catequistas por un tiempo, los apoyaba con los niños y a la iglesia en todas sus actividades.
Se acostumbró a acudir a misa todos los domingos, siempre me decía, mami me acompañas a la misa hoy, si no estás lista me voy sola y así fue, algunas veces la acompañamos y otras veces se iba sola a la misa. Le gustaba ir a las misas en la Iglesia de Guadalupe. En la Guadalupe tuvo la oportunidad de conocer al Padre Cesar, de quien se hizo muy amiga y le tenía un gran aprecio.
Qué lindo poder compartir con ustedes estos bellos recuerdos que tenemos de nuestra querida Mónica. Les reiteramos que aceptamos la voluntad de Dios, aunque muchas veces no la comprendamos. Recordemos que nacemos para morir y morimos para nacer en la vida eterna. La muerte es algo natural a la cual todos le tememos, sin embargo, eso es lo único seguro en esta vida. Mi esperanza es que cuando reciba el llamado de Dios, mi Mónica me estará esperando con los brazos abiertos.
Gracias a todos por leer mi blog, que Dios los bendiga y nos vemos en nuestro próximo capítulo el 20 de agosto.